La tradición de los huevos y los conejos de Pascua
Foto: In-Sign Group
La Pascua es el fundamento sobre el cual se asienta y gira la fe cristiana. Las tradiciones de esta fiesta han cambiado al correr de los siglos. Una de las costumbres más antiguas es la de regalarse conejos y huevos de pascua. De hecho, en ninguna época del año se consume en el mundo tanto chocolate como durante la Semana Santa.
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. En la Edad Media, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos de gallina y de pato durante las celebraciones de Semana Santa. Al principio del siglo XIX, en Alemania, Italia y Francia aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate, con pequeños regalos adentro, los cuales se obsequiaban los fieles entre sí; en sus comienzos, los huevos eran pintados a mano con colores llamativos que representaban la luz del sol. Los huevos de chocolate se hacían artesanalmente uno a uno con moldes especiales, lo que dificultaba mucho su elaboración.
El conejo de Pascua tiene una historia diferente y tiene su origen en las culturas anglosajonas. El conejo, un animal muy fértil, era sinónimo de la buena suerte. El conejo, como símbolo de Pascua, aparece por primera vez en Alemania, de donde fue introducido a Estados Unidos por inmigrantes alemanes que llegaron a Pennsylvania en el siglo XVIII. En Europa Central, la llegada del conejo de Pascua se considera aún, uno de los grandes placeres de la infancia; equivalente a una visita de Papá Noel en Noche Buena. Los niños creen que si se portan bien, el conejo de Pascua les traerá coloridos huevos de chocolate, los cuales deben buscar en nidos escondidos en lugares apartados de la casa o el jardín.
En Lucerna, los huevos y conejos de Pascua se elaboran de manera artesanal y cuidadosa, cuya técnica es la misma que hace cien años. Los moldes que utilizamos para las diferentes figuras son de metal y fueron fabricados en Alemania hacia 1905. En ellos se vierte el chocolate “temperado”, el cual se adhiere a las paredes del molde. Inmediatamente después se retira el exceso de mezcla, dejando tan solo una pared que recubre todo el interior. Una vez frío, el molde se desarma con cuidado para retirar la figura. El último paso es decorar y empacar.
Hans Peter Jourdan.